lunes, 6 de septiembre de 2010

Días tranquilos, noches largas

Lo peor de todo es cuando quieres hacer una canción, lo deseas, lo buscas durante horas y tardas unos minutos en encontrar tu guitarra por casa, no está en la funda y al llamarla no contesta, extraño... tal vez no quiere que hagas una canción con ella y rehúye. Insistes, claro, hasta que la encuentras, la tratas con todo el cariño del mundo pero sigue desafinada, no hay manera. Le das su tiempo y al tiempo vuelves a ella con más cariño si cabe y cuando parece que todo va a funcionar se rompe una cuerda en el primer acorde. No hay nada que hacer, es imposible hacer esa canción que se presentaba preciosa. Tú quieres hacer canciones pero no tu guitarra...
Eso me ha pasado esta mañana justo antes de mal desayunar como un reflejo de mi propia vida. Nada más lejos de la realidad.

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