martes, 28 de junio de 2011

Ganando terreno... (cantando)

"He comprendido que hay dos verdades, 
de las cuales una jamás debe ser dicha"
Albert  Camus

Y qué sucede, si uno guarda y guarda, reprime, decide que nunca más pero ciertas horas después vuelve a recaer, qué pasa si quieres darle la vuelta al mundo y es él el que te la da a ti, si escondido no funciona la rueda, si todo se sucede al final con una monotonía aplastante y nada es lo que quieres. Qué sucede si tú estás aquí y lo que quieres no está aquí, si alguna vez vas a tocarlo, lo observas, lo saboreas y ciertas horas después lo vuelves a perder otra vez, será como estar y no estar, como recurrir a la misma página del libro y ciertas horas después volver a releerla para poder seguir avanzando y que después vuelves a releer y así hasta que alguna vez puedas dilucidar de alguna manera de qué puede ir la historia que intentan contarte.
Qué sucedería si entre tú y lo que quieres pudieras construir un camino (de baldosas amarillas como en el Mago de Oz) que llegara hasta la misma puerta de tu casa e intentaras convencerla para que poco a poco se sienta más aquí que allí, y si no le gusta tu casa construyes una nueva donde se sienta mejor que en ningún sitio y tú nunca más estés aquí y quieras estar allí, así de fácil.
Qué pasaría si de las dos verdades dijera las dos, es decir, si no dijera una nada más pensando que hay otra que está ganando terreno y que esa es la que debes decir. 
Qué sucede si los días no son más que un estorbo, una desazón, una pesadez, qué pudiera jugar a la Oca con los días, ahora en este, ahora en el otro, dos días sin jugar, empezar cada vez que te diera la gana, acabar todas las veces que quisiera.
Qué pasaría si, sin miedo, dijera que todo cuanto tengo es por querer compartirlo con lo que no está aquí, si dijera que construiría el camino más grande del mundo para que sólo se tuviera que deslizar y "voilá", nunca irse más. 

domingo, 19 de junio de 2011

Cuando vinieron...

Cuando llegaron no era un día demasiado extraño, tan solo, por resaltar algo, encontré más suciedad de lo habitual en la mirada del panadero o más pesadez. Hice todo tal cual lo había hecho muchos días atrás. Despertar, paseo, café, piano, ya sabéis... Hice un recorrido infantil por algunos años pasados de mi vida, eché de menos, me alegré de perder algunas cosas, recapacité y me puse a prueba, nada raro, nada que no fuera habitual. Abrí el libro por la misma página y sólo leí lo que estaba anotado en la página ciento catorce creo que cinco años atrás, recordé el día que entré a la librería, (era la hora en la que debía estar en clase de contrapunto, que no se dedicaba a enseñar a coser nada excepto voces, líneas melódicas con reglas a cada tiempo, divertido cuando tienes soltura, horrible si no la consigues) con una lista de libros que le di con urgencia al señor librero, le pregunté si me los podía conseguir. Sí. Perfecto. Leí algo, sobrellevé la mañana lo mejor que pude, con demasiada autoestima, si me permiten decirlo. Me preparé otro café y volví a pensar en la gente que están obligados a dejarlo por problemas cardíacos o de tensión, no sé. Hice una llamada, borré un número de teléfono, cuarenta y cinco mails de publicidad de cremas protectoras y me fumé otro cigarro. Entonces, cuando empezaba el día a enredarse de nuevo y a no tener un final claro, vinieron a por mí, sin dar explicación me arrastraron del cuello y me patearon, nunca hablaban, sólo empezaron a arrastrarme calle abajo hasta los pies de un hombre parecido a mí, vestido de negro, manchado, con más años que yo y más vida que yo, que decía conocerme pero que no tenía nada contra mí, que incluso hasta me quería, que todo eso lo hacía por mí. Retrocedió dos pasos y me tendió la mano, me abrazó y al oído, con voz fría y como predicando: "El tiempo se pasa volando".

martes, 14 de junio de 2011

Zeit zur zeit

Retroceder dos pasos, como la torre se defiende, es dejarse vencer más tarde, un poco más tarde. No saltar al blanco, obviar la claridad, ese es el peligro, esa es la última jugada. Delante tuya, un borracho, de victoria, detrás tuya, el abismo, infinitos vientos que te llevarán a la muerte por aburrimiento. Puedes dudar por los tiempos de los tiempos, disimular haciendo gestos que los demás crean involuntarios y recuperar tu forma normal para así volver a dudar y darle tiempo al tiempo y más importancia de la que se merece. Cambiar los blancos por negros, darle la vuelta a la reina y meterte bajo la mesa a coger colillas y encenderlas más tarde, un poco más tarde. Respirar profundamente y saber que no hay victoria, que el borracho se está riendo y que tú no estás borracho, estás demasiado sobrio como para que te duela, y te va a doler, te va a doler. Retrocedes dos pasos, al negro, nunca al blanco, alargando la agonía hasta que en un golpe de suerte mueras sin sufrir.

sábado, 4 de junio de 2011

Siempre son los demás los que se mueren...

Si en el firmamento poder yo tuviera así paraba el tiempo, entre besos y abrazos de gente conocida y gente desconocida, viejos, viejas ... solo en un banco, fumando como se fuma en esos momentos, dándote igual absolutamente todo, esta noche negra lo mismo que un pozo, y piensas en todo lo que no haces y lo que odias hacer, y piensas, piensas, piensas, y siempre quieres empezar de nuevo, como si cada año que pasara fueras más crío y alguna vez llegaras a ser un recién nacido, como decía el poeta, con un cuchillito de luna lunera cortara los hierros de tu calabozo, no te vi, dudé, y sabía que aún sería más grande el vacío, prefiero recordar la última tarde, solos, en tu casa, en las mecedoras, viendo pasar la tarde y contándome que no querías ser un trasto inútil para nadie de los que querías, sé, con todo, me ofrecías leche y galletas aunque ya hubiera probado todas las drogas, y sin gana las comía y luego tal vez, un melocotón, si yo fuera el rey de la luz del día, del viento y del mar, ahora, al que lloré ya hace cuatro años y visito a escondidas ante de dar un beso a mi madre, es un saco de huesos, enteros, y en un sudario dos operarios pagados por el ayuntamiento lo dejaron a tu lado enseñándote en lo que pronto te convertirás, pero eso también es amor, cordeles de esclavo yo me ceñiría por tu libertad, maldigo a todos los que hablan y ríen mientras los que a su alrededor no dejan de pensar ay, pena, penita, pena.