miércoles, 29 de mayo de 2013

A veces soy...

Uno cree que su trabajo es algo así como necesario, ya no importante, que a veces, elegir entre manzana y canción es un duelo de moralidad, conciencia y valentía incontrolada. Saberte encabezando revueltas con una guitarra de palo, o tal vez enrolado en una milicia de poetas a los que les araña un oso la tripa pero que gritan al unísono, sin director, ni partitura.
A veces, pienso que mi vida es de alguna manera real, que mi discurso es valiente y que mis canciones sirven, para lo que sea, pero sirven.
Pero muchas veces, cuando ando en casa y veo algún concierto de mis grupos favoritos en televisión, casi todos ya podridos en una tumba, apago el volumen con el mando a distancia, y sus movimientos ya no sirven, no tienen sentido, es totalmente ridículo y de un absurdo apabullante. A veces, creo que ese es mi trabajo, ese movimiento ridículo, ese absurdo apabullante.