miércoles, 9 de marzo de 2011

El hilo, el gato, la suerte y el caos.

Cuando despertamos, entre mis ojos y los tuyos desafiaba a la gravedad un hilo firme, de proporciones minúsculas, un hilo de trozos de otros hilos, que a la historia de una más que cardíaca vida se abalanzó.
Cuando el tedio condujo mis entradas en puertas de aspecto desafiante, el gato, el símbolo de todo lo malo que está por pasar, lamió mi arteria aorta y sedujo a la cara opuesta de la hoja, la del lacrado firme. 
Cuando la inminente tormenta amenazaba la cima del tejado con un profético viento endemoniado apareció la idea de un sol radiante y libre, "la suerte anda cerca", repetían los titulares del periódico que sólo tiene un abonado y una tirada bastante escasa.
Cuando la vida habla, el caos ordenado es el más probable de tus vecinos, al que con cuidado debes tratar de saludar cada mañana para que no venga a reclamarte daños de los que no eres el responsable.
Pero el hilo es tenso entre tus ojos y los míos, el gato tiene la cola rota y no sabe a donde va, la suerte siempre es la suerte y al caos aprendí a domesticarlo con granos de predeterminación avanzada. 

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