sábado, 4 de junio de 2011

Siempre son los demás los que se mueren...

Si en el firmamento poder yo tuviera así paraba el tiempo, entre besos y abrazos de gente conocida y gente desconocida, viejos, viejas ... solo en un banco, fumando como se fuma en esos momentos, dándote igual absolutamente todo, esta noche negra lo mismo que un pozo, y piensas en todo lo que no haces y lo que odias hacer, y piensas, piensas, piensas, y siempre quieres empezar de nuevo, como si cada año que pasara fueras más crío y alguna vez llegaras a ser un recién nacido, como decía el poeta, con un cuchillito de luna lunera cortara los hierros de tu calabozo, no te vi, dudé, y sabía que aún sería más grande el vacío, prefiero recordar la última tarde, solos, en tu casa, en las mecedoras, viendo pasar la tarde y contándome que no querías ser un trasto inútil para nadie de los que querías, sé, con todo, me ofrecías leche y galletas aunque ya hubiera probado todas las drogas, y sin gana las comía y luego tal vez, un melocotón, si yo fuera el rey de la luz del día, del viento y del mar, ahora, al que lloré ya hace cuatro años y visito a escondidas ante de dar un beso a mi madre, es un saco de huesos, enteros, y en un sudario dos operarios pagados por el ayuntamiento lo dejaron a tu lado enseñándote en lo que pronto te convertirás, pero eso también es amor, cordeles de esclavo yo me ceñiría por tu libertad, maldigo a todos los que hablan y ríen mientras los que a su alrededor no dejan de pensar ay, pena, penita, pena.

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