jueves, 26 de mayo de 2011

Siempre puede pasar algo

Hoy, 
en casa, 
después de una mañana cubierta de todo tipo de despropósitos, 
entre tormentosa y amable,
con un cielo dedicado casi exclusivamente a la monotonía del gris azulado de los mejores días del invierno y los peores del verano más prometedor, 
he abierto una cerveza, 
encendido un cigarro del peor tabaco del mundo 
y descansado sobre la silla de mimbre que aparece en cualquier postal andaluza carente de estilo. 
Mirando 
entre los barrotes 
he clavado mi vista en un nudo de cables caprichosos, 
sobre los que no pondría jamás mi mano, 
he creído que alguien me observaba 
y prestaba atención al nudo de palabras que rondaba desde mi cabeza hasta mi lengua.
Balbuceando, 
"siempre puede pasar algo", 
en ese momento, 
un señor con sombrero rojo y pies creo descalzos admiraba la belleza de esta ciudad, 
hoy desagradecida para mí, 
y retomando una frase que, 
tal vez, 
empezara a recitar al entrar en mi calle ha exclamado, 
no creo en prácticamente nada!" 
y reía, 
reía como el puto diablo reirá cuando nos vea entrar uno a uno en su agujero.
He comprobado que la llave de casa estaba bien echada, 
he adoptado la postura de 
Cash 
en 
su 
famosa fotografía, 
he pensado en ti, 
y le he dicho que tiene razón, 
pero que hace varios días que no comparto su opinión.
Apurada la cerveza me he dispuesto a escribir.

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