El ratón, que una vez dentro del laberinto agoniza, se siente torpe pero busca un lugar para encontrar su manjar: dos trozos de queso del Supersol, uno en el sí, otro en el NO y que indefectiblemente se encarama al NO.
El en un futuro próximo fusilado, con el frío hormigón en contacto con su columna vertebral, al que le pregunta el jefe de pelotón, ¿un último deseo antes de morir?, y responde, !NO, ninguno!
El John Lennon que al entrar en la exposición de Yoko Ono viera, a través de la famosa lupa, un papel con la palabra NO, ¿qué cambios habría tenido en la historia?.
Yo, que cuando cojo el teléfono me bato en duelo, cual balanza agónica, entre el sí llamarte y el NO llamarte.
Yo, que a todas las parábolas frecuentes de este siglo maldito que no acaba todavía de empezar respondo siempre, a falta de otras soluciones, NO.
Tú, que siempre respondes NO.
Y así se pasa mi torpe vida, entre el NO, el NO absoluto y el NO definitivo en el que definitivamente y a falta de otro NO, vivo resuelto en el NO incesable.
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